Poesías a Corrientes

CORRIENTES TIENE PAYÉ
                                                    Osvaldo Sosa Cordero

Si señor, doy fe de ello,
Corrientes tiene payé.
Por mucho que usted sonría
pensando ¡vaya sandez!
son simplezas agoreras
de quien siempre quiso bien
a su cuna… yo repito:
¡Corrientes tiene payé!
Y si no, que nos lo digan
las flores de su vergel,
sus lapachos y azahares
mburucuyás e irupés,
sus estrellas federales,
su jazmín magno y también
aquella blanca sultana
que hace febrero al nacer
exclamar a quien la huela…
¡Corrientes tiene payé!
Que lo digan los milagros
de nuestra Cruz de urunday
 y los de aquella señora
de Itatí  de oscura tez.
Que lo diga su paisaje,
su Paraná, su Batel,
su Iberá, su Rio Corrientes,
su Miriñay, su Aguapey…
sus campiñas encendidas
con los cromos de un edén:
sus palmeras dormitando
bajo el asayé pité.
(Campos, que un día jugando
en la historia su papel
vieron luchar a su pueblo
con espartana altivez)
Que lo digan los fantasmas
que el paisano llama infiel,
el mboitatá y el pombero,
y aquel Yasí Yateré
cuyo silbo legendario
pareciéranos  traer
un eco añejo que dice:
Corrientes tiene payé!
Sí señor, sí que lo tiene,
cómo no lo va a tener!!
lo pregonan los sabores
del tibio chipá heité
los de sus dulces de almibar
su mandioca y su miel.
Lo replican sus cordionas
con alma de chamamé,
nos lo dicen sus guitarras
cuando en el anochecer
remedan en su cordaje
trinos del corochiré.
Nos lo gritan sus varones
con viril yurupeté
en las jornadas fecundas
del surco, el potro y la res.
Lo rubrican sus mujeres
lindas morenas de ley,
en el milagro de un beso
de un hondo jurú pité.
Lo está repitiendo todo,
el campo.. el cielo … y también
vuelve a afirmarlo mi verso:
¡Corrientes… tiene payé!



CUANDO USTED VAYA A CORRIENTES
                                       Osvaldo Sosa Cordero

Cuando usted vaya a Corrientes
-y a buen seguro lo hará-
Recuerde lo que le digo:
yo se que le va a gustar.
La tierra, el agua, los vientos,
podrán llevarlo hasta allá.
Ya ve usted, todas las rutas
invitándolo a llegar.
Si es por agua, tanto sea
remontando el Paraná
desde Esquina, hasta las puertas
de su ciudad Capital.
Y aún siguiendo el derrotero
que rumbo a Misiones va
o bien gustando el hechizo que desde el Mocoretá
hasta el confín de sus predios
nos regala el Uruguay.
Verá usted que encanto tiene
toda su costa fluvial.
Si es por aire, amigo mío,
no quiera usted pedir más.
Corrientes, para brindarle
su salutación cordial,
radiante saldrá a su encuentro
apretada en su solo haz,
Diciéndole: -¡Aquí me tienes,
de cuerpo entero, que tal?
Si es por tierra, no le digo
cuánto prefiero callar,
porque deseo mil veces
que usted mismo estando allá,
vaya gustando de aquello
como se debe gustar.
Lo primero, sus campiñas,
 su lujuria vegetal,
sus mbocayas, sus bananos,
sus melosos ibahay,
sus timbós y sus lapachos,
su granizo de azahar,
sus papainosos mamones,
sus sabrosos arazás,
la gloria de su tabaco,
su arroz, tan famoso ya
y su té, nuevo milagro de aquel suelo singular
que pone en su labrantío
la poesía del Ceilán.
Allí están ellos y ellas
mis gentes del Iberá,
mis paisanos del Paiubre,
mis gauchos del Miriay.
Alli está mi pueblo cuna,
mi Yaguareté Corá,
allí un vergel de leyendas
y un montón de heroicidad.
Alli una Virgen morena
que no tiene que envidiar
a las mas bellas del mundo
ni en milagros ni en bondad.
Alli la noche y la luna
de embrujo subtropical,
allí la danza galana,
allí la copla vivaz.
Valseadito de mi tierra
que huele a yuyo y percal.
Esto todo amigo mío,
esto todo y mucho mas,
es cuanto quiero callarme
de tanto como hay que hablar.
Cuando usted vaya a Corrientes
y a buen seguro lo hará,
recuerde lo que le digo:
-Yo se que le va a gustar!